miércoles, 2 de septiembre de 2015


PALABRA y RAZON
(William BArclay)

LOGOS 3056 (λόγος)

LA PALABRA DEL MENSAJE CRISTIANO 
Logos significa palabra. El Cuarto Evangelio usa este vocablo en sentido técnico cuando llama a Jesús El Verbo; pero antes de ocuparnos con este uso especial de logos, necesitamos estudiar su utilización ordinaria en el NT.

 Naturalmente, esta es una de las palabras griegas más comunes, pero, aún así, cuanto más la estudiemos, más veremos la riqueza que contiene su significado.

Ho logos, la palabra, llega a ser casi sinónimo de mensaje cristiano. Marcos nos dice que Jesús predicaba la palabra a las multitudes (Mr. 2:2). 

En la parábola del sembrador, la semilla era la palabra (Mr. 4:14). La tarea de Pablo y de sus compañeros era predicar la palabra (Hch. 14:25). Muy a menudo se le llama palabra de Dios (Lc. 5:1; 11:28; Jn. 10:35; Hch. 4:31; 6:7; 13:44; 1 Co. 14:36; He. 13:7). Algunas veces, es la palabra del Señor (1 Ts. 4:15; 2 Ts. 3:1). 
Y, una vez, es la palabra de Cristo (Col. 3:16). Ahora bien, en griego, el genitivo puede ser subjetivo u objetivo. Si estos genitivos son subjetivos las frases significan: la palabra que Dios dio, la palabra que el Señor dio, la palabra [página 137] que Cristo dio. Si son objetivos, significan: la palabra que dice de Dios, del Señor y de Cristo. Con toda probabilidad, tanto los significados subjetivos como los objetivos están implicados en estas frases, lo cual quiere decir que el mensaje cristiano, el logos, la palabra, es algo que viene de Dios; no es un descubrimiento del hombre, sino un don de Dios. Y es algo que dice de Dios, algo que el hombre no podía haber descubierto por sí mismo.

En el NT hay un uso técnico de la palabra logos. Está en el prólogo del Cuarto Evangelio, y culmina en la gran declaración: “La Palabra (logos) fue hecha carne, y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). Esta es una de las afirmaciones más trascendentales del NT, y tendremos que profundizar en ella si queremos apoderarnos de algo de su significado.

(I)                 Debemos empezar recordando que, en griego, logos tiene dos significados: palabra y razón, y ambos se entretejen juntamente.

(II)                Comencemos por el trasfondo judío de esta palabra. En el pensamiento judío, una palabra no era simplemente un sonido articulado que expresa una idea: la palabra hacía cosas. La palabra de Dios no es un mero sonido: es una causa eficiente. En el relato de la creación, la palabra de Dios crea. Dios dijo: sea la luz; y fue la luz (Gn. 1:3). Por la palabra de Dios, fueron hechos los cielos … porque él dijo, y fue hecho (Sal. 33:6, 9). Envió su palabra, y los sanó (Sal. 107:20). La palabra de Dios hace lo que él quiere (Is. 55:11). Debemos recordar siempre que, en el pensamiento judío, la palabra de Dios no sólo decía, también hacía.

(III)              Hubo un tiempo en que los judíos hablaban arameo porque habían olvidado su lengua hebrea. Por tanto, fue necesario traducir las Escrituras al arameo. Estas traducciones se llaman Targums. Ahora bien, como, en la simplicidad del AT, se atribuían a Dios sentimientos, acciones, reacciones y pensamientos al estilo de los hombres, los artífices de los Targums sintieron que todo esto aplicado al Altísimo seguía siendo demasiado humano, y, entonces, comenzaron a usar una circunlocución para expresar el nombre de Dios, es decir, no hablaban de Dios, sino de la Palabra, la memra de Dios, dando lugar a lo siguiente: en Ex. 19:17, los Targums dicen que Moisés sacó del campamento al pueblo para encontrarse con la memra, la Palabra de Dios, en vez de con Dios. En Dt. 9:3, la palabra de Dios, la memra, es fuego consumidor. En Is. 48:13 leemos: Mi mano fundó también la tierra y midió los cielos. Y en los Targums se dice: Por mi Palabra, mi memra, he fundado la tierra, y por mi fuerza he suspendido los cielos. El resultado fue que las escrituras judías, en su forma popular, se llenaron de la frase: La Palabra, [página 142] la memra de Dios; y la palabra estaba siempre haciendo, no meramente diciendo.

(IV)             Recordemos que palabra y razón están entrelazadas. En el pensamiento judío hay otra gran concepción: la de Sabiduría (sophia). Esto es así mayormente en Proverbios. Dios con sabiduría fundó la tierra (Pr. 3:13–20). El gran pasaje está en 8:1–9, donde la sabiduría existe desde siempre; antes que la tierra lo fuera, la sabiduría estaba con Dios. Esta idea se encuentra muy desarrollada en los libros escritos entre los dos Testamentos. En Eclesiástico 1:1–10 se dice que la Sabiduría fue concebida antes de todas las cosas, y que está derramada sobre toda la creación. En la Sabiduría de Salomón, la Sabiduría lo hace todo (9:12). La Sabiduría fue el instrumento de Dios en la creación y está entretejida con toda ella. De este modo, en el pensamiento judío tenemos dos grandes concepciones respaldando la idea de Jesus como la Palabra, el logos de Dios. Primera, la Palabra de Dios no es únicamente discurso: es poder. Segunda, resulta imposible separar las ideas de Palabra y Sabiduría; y la Sabiduría de Dios fue lo que creó y penetró el universo que él hizo

El autor del Cuarto Evangelio estaba dándonos una nueva cristología. Llamando a Jesús logos, Juan declaraba que:

(a) Jesús es el poder creador de Dios venido a los hombres. Jesús no sólo habló la palabra de conocimiento: El es la palabra de poder. Jesús no vino tanto para decirnos cosas como para hacer cosas por nosotros.

(b) Jesucristo es la mente de Dios encarnada. Podríamos bien traducir las palabras [página 144] de Juan: “La mente de Dios se hizo hombre”. Una palabra es siempre “la expresión de un pensamiento”, y Jesús es la perfecta expresión del pensamiento de Dios para los hombres. Haremos bien en redescubrir y predicar otra vez a Jesucristo como el logos, la Palabra de Dios.

Conclusión:

Nunca es representado el LOGOS, como un ser/ persona/ DIOS distinto y diferente al PADRE. Sino como la expresión de su SABIDURIA, SU PENSAMIENTO, SU RAZON, SU PODER, LA MENTE ENCARNADA.